Gran riqueza heredada

El valle de las Dehesas es un buen ejemplo de los cambios del suelo en estas serranías durante los últimos siglos. El primer aprovechamiento fueron los pastos de ganado, y en el siglo XVIII y XIX fue parcelado en decenas de masadas, que dieron vida al valle hasta los años 50 del pasado siglo. Como consecuencia de la despoblación, el paisaje del valle ha cambiado: las tierras de labor desaparecieron, convirtiendose en yermos y pastizales; el pinar fue avanzando de forma espectacular sobre los prados y pastos, pasando a cubrir ahora un gran porcentaje de la supercicie total del valle. 

Las masadas son casas de campo aisaladas, dispersas, características de las serranías de Gúdar-Maestrazgo. Las masías eran un excelente método de aprovechamiento de los recursos agropecuarios que ofrecían estas tierras. En las masadas más antiguas se constata la presencia de torres defensivas, emblemáticas del poder señorial en la Edad Media. En Fortanete, corresponde a esta tipología la Torre de Mercadales. A finales del siglo XIX Fortanete llegó a contar con medio centenar de masadas, al menos 40 de ellas habitadas de forma permanente. Estas fincas suman el 56% de la superficie del término de Fortanete. 

Una construcción barroca, de mitad del siglo XVII. En el exterior presenta un pórtico con cuatro columnas de sillería que dan apoyo a la techumbre de madera con un alero ricamente decorado. Una amplia ventana enrejada permite asomarse al interior de la nave. Consta de una sola nave cubierta por bóveda de medio cañón con pinturas de la Presentación y la Adoración y las pechinas decoradas con cuatro mujeres del Antiguo Testamento: Judit, Joel, Rut y Ester. En los prados exteriores mozos y mozas bailaban antaño, para el 10 de julio, al son de dulzaina y tamboril. 

A unos 6 km al norte de la población, en un espolón rocoso de la vertiente suroccidental de la sierra de La Cañada, se observan restos de un pequeño castillo roquero de planta trapezoidal. Su datación histórica es todo un enigma, aunque podría tratarse de una fortificación de época hispano-musulmana. Un castillo táctico y condicionado por el terreno, donde las fuertes pendientes hacen difícil el acceso. Debió ser una construcción militar, usada como puesto de vigilancia. 

Se encuentra entre varias masias del entorno de la sima de San Víctor. El pequeño edificio es utilizado como corral de ganado. Se encuentra en mal estado, amenzando ruina en cualquier momento. Es un claro ejemplo del devenir del medio rural y de la decadencia del hábitat disperso. Antes de llegar a la ermita, se encuentra el barranco de la Hoya donde se puede observar una bella panorámica de este barranco rocoso con su correspondiente masada. 

La ermita más antigua de la localidad, probablemente del s.XVI, aunque ha sido reformada en varias ocasiones. Consta de una sola nave con portadade medio punto. Posee también un porche añadido como refugio de pastores y caminantes. La ubicación y su dedicación a San Cristóbal indican el sentido de protección a la población desde sus inicios. Allí, cada 10 de julio, tiene lugar la misa al santo y la bendición de los campos y las gentes del pueblo. 

Desde este lugar privilegiado, se observa una amplia panorámica del valle de la sierra de La Cañada, el municipio de La Cañada de Benatatanduz y los relieves circundantes. Y en días claros, se avista la central térmica de Andorra, el parque eólico del puerto de San Just y hasta los Pirineos. Al sur, Valdelinares y el valle de Mal Burgo, y al este, los tres picos de Peñagolosa, altura máxima de la vecina Comunidad Valenciana. Divisa un sinfín de sierras y plataformas estructurales a vista de pájaro. 

Fortanete fue centro maqui en la Comarca del Maestrazgo, territorio guerrillero por excelencia, por su naturaleza abrupta y boscosa. En Fortanete habían tres campamentos localizados en el barranco de Jujarra y en sus cercanías, los cuales fueron destruidos el 8 de octubre de 1947. Los campamentos guerrilleros se ubicaban en lugares de difícil acceso para las fuerzas del orden. Pero no alejados de las masías, al ser estos los principales puntos de apoyo para llevar a cabo tareas de información y avituallamiento. 

Sólido edificio de mampostería del año 1715. Consta de una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos. Tiene un patio con dos arcos de medio punto de sillería, a modo de refugio. Conserva restos de pavimento enguijarrado original y adornos de rocalla en la clave de la bóveda. En momentos históricos de pestes o epidemias con alta mortalidad, esta ermita se usó, por su proximidad al cementerio, como lugar de confinación y aislamiento para los enfermos terminales.